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¿Qué hacer de tantos estudios científicos?


Hoy en día es muy común oír o leer sobre nuevos y asombrosos descubrimientos científicos o estudios que llegan a conclusiones deslumbrantes. Constantemente estamos siendo bombardeados por noticias sobre nuevas “verdades” de la ciencia y muchas veces parecen ser contradictorias.

En nuestros días, la ciencia es una fuente predominante de legitimidad para las afirmaciones, por lo que muchas personas asumen que si esto o aquello lo dijo un estudio científico entonces debe ser verdad. Sin embargo, muchas veces no entendemos cómo funciona el conocimiento científico, lo cual es muy peligroso porque terminamos dándole a las noticias sobre estudios científicos una autoridad y validez que la propia ciencia no reclama. Es decir, asumimos que ciertas afirmaciones son verdades absolutas, porque tenemos fe en la fuente (un estudio científico) y porque creemos que el trabajo de la ciencia es determinar “La Verdad”.

Sin embargo, es importante entender que, a pesar de lo que hayas oído, el trabajo de la ciencia no es encontrar “La Verdad”. En realidad, la ciencia lo que busca es utilizar datos válidos para generar teorías útiles que nos ayudan a interpretar y transformar el mundo que nos rodea. Algo como “La Verdad” absoluta es una categoría producto de la religión y por ende en relación a ella no se produce un conocimiento útil y expandible que puede ser utilizado por toda la sociedad. Es decir, la persecución de una “Verdad” nos lleva a limitar la capacidad del conocimiento generado, que solo será útil para aquellos que “crean” en esta verdad.

En la comunidad científica existen muchos debates sobre los criterios y métodos que deben utilizarse para recolectar y validar datos, para analizarlos y para llegar a conclusiones. En general, la mayoría de los métodos científicos parten de un conocimiento previo, muchas veces de sentido común, para generar hipótesis (es decir, posibles explicaciones de un fenómeno, como la caída de un rayo, el contagio de una enfermedad, o el surgimiento de las desigualdades económicas). Luego, a través de diversos métodos para la recolección de datos, esas hipótesis son puestas a prueba. El análisis de los datos nos enseña qué partes de las hipótesis están erradas y por qué, así que procedemos a cambiar esas partes. Y volvemos a repetir el proceso.

Cuando vemos un nuevo sitio o una nueva noticia sobre ciencia y queremos automáticamente presentarlo como una realidad inmutable, porque “lo dice la ciencia”, no solo estamos tergiversando lo que probablemente afirma el estudio original, sino que estamos poniendo un techo a nuestro propio conocimiento. Lo anterior no se trata de cuestionar la validez del conocimiento científico, sino de explicar que todo conocimiento científico es una aproximación, un modelo del mundo, que tiene límites y que necesariamente va a ser dejado en la obsolescencia por nuevos conocimientos científicos. En esencia, cada pieza de evidencia científica, cada nueva teoría es una oportunidad a para abrir nuestro conocimiento y el debate de ideas.


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